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En diciembre Popen dio cierre a su OBRA MADRE, obra/disco conceptual sobre maternidades, con diecinueve canciones. Estrenó el video de De río en río en el marco del Festival de cortos del Conurbano Norte que gesta cada año el Colectivo Esteban Etchenique. Urián su hijo, cumplió 6 años al igual que su obra. Su deseo era conocer el mar. Como parte de un cierre y reapertura de ciclo y antes de que comience su gira de verano junto a Uri, invitamos a Popen a una residencia artística en Sancle. La experiencia compartida parió como uno de los resultados esta conversa especial para la revista Timbó.
Texto: Vale Lamat / @valeparatimbo
Fotografías: Andrea Roldan
Conversa: Popen / @popenmusica
Cuánto castigo hay en la mente, cuántas palabras, frases y acusaciones oigo cada día. No sólo hay que cuidarse en la calle, en una relación de pareja o de dependencia, en un taxi, sino también tras los huesos. Vivir en alerta constante. Abrazarse a un eje en medio de un mar embravecido para atender realmente a lo importante que es lo que funciona para mí en cada momento y aspecto, vínculo y situación en mi vida, me canso, me agoto, me enojo, no entiendo.
Saber que no soy yo la que habla aquí dentro me libera de la culpa de encima de todo no amarme y castigarme día a día. Cuántas capas hay que sacar, cada cuánto tiempo llega ese momento, ese instante en el que me veo con mis ojos y me maravillo, y me caliento ante tanta potencia y belleza.
Cuánto falta hoy para solo pensar en olerme y extasiarme un rato de mí. Otra vez, capa por capa voy llegando a la pulpa, caliente del fuego, que detrás de las piedras arde vivo de ideas y es capaz de quemar cualquier señal que amenace apagarlo o controlarlo. Me quiero en la primera capa como en el núcleo. Quiero que se vayan, que no me amen más si es a eso a lo que llaman amor. No quiero guardar nada para después, no quiero más recatarme para no asustar a los cobardes, quiero oler el placer que soy capaz de darme cuando me veo y estoy realmente sola por dentro. Quiero que ese olor inunde las calles. Que nuestra potencia sexual y libertad de ser mujeres a nuestra manera se exprese sin miedo a quedarnos solas, a morirnos, a ser ridículas. Para eso estemos juntas, seamos una alianza que no tenga ahora el deber de arreglar y enmendar lo que otros destruyeron con la violencia como bandera, sino principalmente la compleja pero importante y urgente tarea de salir hacia afuera con lo que somos y lo que nos pasa.
Enojadas, hartas, cansadas, agotadas, excedidas, rebalsadas, mojadas, gritando, a carcajadas, histéricas, como nos salga del coño.
Popen, San Clemente del Tuyú, diciembre 2022.
Sonidos de mañana, pájaros, la banda sonora del churrero, el sol y unos mates. Popen lee un texto que escribió estos días junto al sol en la arena, en el mar.
Empecemos con Deseo.
Es el núcleo. Lo que está detrás, detrás, detrás.
En el texto hablabas de capas, ¿cuál sería la primera capa?
La primera capa es la voz del patriarcado o la voz de todas esas voces que están ahí constantemente hablando, antes de la piel incluso. Y el deseo es lo que está en el núcleo que, a veces podemos ir sacando capas y sale hacia afuera pero, como cuando haces un pozo en la arena, sacaste, pudiste hacerlo, otra vez se llena. Esa es la sensación. Hay que hacer mucho esfuerzo para estar en contacto con el deseo. Por eso la importancia para mí de la canción. Deseo es una canción que tiene mucha energía y es el cierre de la obra. Después de todo ese proceso de maternar cómo mutó ese deseo, como está.
¿Cómo está ese deseo hoy?
Por momentos es la bandera. Claro y al frente, se permite y me permito que se mueva. Está siempre alimentado y atendido de alguna forma, pero, inevitablemente muchas veces se rodea de todas esas voces que ponen en duda. Tiene sus etapas, y es una lucha constante de entender cuál es mi voz y darle volúmen y fuerza a eso. A veces la fuerzo y le gano y mando todo a la mierda, otras veces no y paso unos días de mierda. Así está el deseo.
Cuando escuché tu texto y hablaste del mar embravecido, se me vino una imagen que amo, el centro del huracán, el centro del caracol y ese eje en el mar. El silencio, ir hacia adentro y confiar. En ese lugar en que seguro te encontrás con vos desde siempre. En ese lugar la música acompaña, cosas acompañan que te hacen volver a ese eje, a ese centro, al deseo.
Si, tu lugar a una identidad que no se pierde. En el momento de mi vida en que sentí perder mi identidad o perderme, momentos en los que he dicho estoy loca, me acuerdo de hablar con amigues y decir ¡no te olvides de quien soy!. La música o el canto, porque en mí primero fue el canto, siempre fue un lugar intocable, lo que podés poner en el centro y proteger de todo el huracán alrededor. Ahora la diferencia, gracias al feminismo —y por eso para mí es tan importante compartir con mujeres y abrir todo esto—, es poder reconocer que todo ese huracán mental que se expresa en lo físico también, como si te estuvieran agarrando o apretando, la sensación de incomodidad, todo eso no es propio, está adentro pero no es nuestro, no sólo no es mío sino que no es de ninguna de las mujeres que me rodean, hace que sea mucho más sencillo de alguna forma poder separar o poder incluso construir esa identidad mía. Volver cada día a posicionar las piezas y cada día construir e ir descubriendo más. Todes somos creativxs en nuestra forma de ser personas, por más que no lo uses como artista o para mostrarlo. El espacio creativo es identidad, cómo vas armándolo, como si fuera una habitación que decorás, y esto cada día lo volvés a armar. Hay que poder identificar que no son pensamientos, que son voces que se escuchan y que se escucharon y se metieron en algún momento y da igual quién fue, cuándo fue, ya con identificar que no son propias y con poner el foco en el ahora es un montón.
Vuela vuela vuela con el viento,
que no te queden ganas de volar.
Que tú no eres esos pensamientos,
eres la que escucha y nada más.
Cuando conectes con tu deseo,
ya nunca lo dejes de mirar.
Que sea quien guíe tus acciones,
es importante cómo,
importante cómo respirar.
Para mí las canciones son como guardar cosas que yo necesito escuchar. El deseo más fuerte es que estén al servicio, que sirvan para hacer bien. Cada canción tiene su cosa. Para llevarte a un estado, hacerte pensar, acompañarte en afianzar un hábito de encuentro con vos misma, o para que vayas a romper todo. Soy muy cuidadosa con las letras en ese sentido, seguro algo se me escapa pero intento ser lo más inclusiva posible y precisa con las frases, no tener miedo a decir una frase, no poder decir lo que nos pasa por miedo a eso, a la voz interna que es la voz externa también todo el tiempo. Intento ser lo más exacta, en las cosas que siento que hay que decir claras las digo literal, no le pongo ningún tipo de poesía esto se tiene que decir así, punto. Eso me gusta y me hace bien.
Hablemos sobre la creatividad y sexualidad. Sobre lo individual y colectivo.
Siento que la creatividad es algo único, cada persona crea algo diferente y único y esa es la búsqueda y la energía sexual, la sexualidad también es única, cada persona tiene una sexualidad única, entonces me parece muy importante encontrar la propia voz en ambos aspectos como para poder expresarse de forma genuina y eso es lo que realmente hace que te encuentres con lo que sos, con quien sos, que puedas construir en el ámbito que sea, un proyecto, un momento, tu casa, o un encuentro con tu cuerpo o un encuentro íntimo con otra persona. Construir una intimidad. Encontrarte con una intimidad sexual-creativa propia. Hay tanto mandato, que es muy difícil encontrarse con la propia forma, pero es ahí donde está la potencia, requiere de mucha valentía. Ahí es lo importante de crear espacios para mujeres, poder dar ese salto, que parece como un salto al vacío, al encuentro con la propia forma, y como no hay una referencia da miedo expresarse de una forma genuina, pero realmente es la única forma de alcanzar la naturalidad en la expresión de poder ser lo que soy y todo el placer que trae eso, todo lo que abre cuando vas creando ese universo y ves ¡Ah! ¡Esta soy yo! y eso tiene una fuerza muy grande y desde ahí siento que hay que cantar y desde ahí canto yo.
Siento que para la liberación de una personalidad, de una persona, de una identidad, de la creatividad, es importante la sexualidad porque es el cuerpo, lo que habitamos, es que el cuerpo esté expandido, el cuerpo esté placentero, el cuerpo sienta lo que tenga que sentir y esté en una reacción natural con el entorno, que podamos usar el cuerpo como algo que nos está diciendo todo el tiempo. Que sea escuchado.
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La identidad, encontrar la propia voz. Un proceso personal que te llevó a hacer canciones que son tu propia voz pero que a su vez muchas mujeres están tomando para hacerla propia, también abriendo espacios a la libertad y a la liberación de sus voces.
La creatividad de cada una es diferente, lo que cada una puede aportar, su forma de sentir, de expresarse con el cuerpo, de besar, de lo que sea, es genuina, es única, es irrepetible. Romper con esta bajada de que tenemos que ser todas así. Destapar la olla y ser claras en decir todas tenemos esta voz que nos dice. Estamos todas metidas en la misma olla con el agua a la misma temperatura. Todas tenemos la misma necesidad de salir hacia afuera.
Me parece importante no plantear un nuevo modelo, un nuevo mandato Al toque te venden nuevas identidades. Tiene que ser algo que sea lento pero que sea para siempre. Que no sea un traje nuevo, que me saco el traje de mierda y me pongo un traje nuevo. Es hermoso ver diferentes expresiones y esa riqueza. El video de Histeria es un poco eso. Esa estética de cada una vestida a su forma, bailando a su forma, expresándose a su forma.
Maternidad.
La maternidad te hace darte cuenta la trampa absoluta del sistema patriarcal, cuando ves de cara que está todo mal porque ser madre y mujer es lo más bajo del sistema. Entrás en la categoría de mayor opresión. Es el despertar a la mierda, a la violencia más fuerte sistémica: la violencia económica, sexual, doméstica. Todo está afectado por el entorno en el que maternamos. Nuevamente lo mismo, intentar ver qué es ser madre teniendo que quitar un montón de cosas de encima que no tienen nada que ver con ser madre. Cómo me siento yo en esta nueva identidad de soy madre. Lo que nos salva es otras madres, otras mujeres, hacer red. Muchas veces me pregunto cómo sería la maternidad si fuera reconocida como un trabajo. No me basta con que haya un hombre que genere y me dé dinero, eso es un horror, por más que sea su responsabilidad y ese dinero «me pertenezca», no es así ni se siente así nunca, y es desagradable esa situación y se mueve una energía sexual, no es gratis. Es una trampa. Que el sistema le dé el poder al hombre y no se lo dé a la mujer es obvio, es evidente por qué es. Si la mujer tuviera resuelta su economía para maternar, muchas mujeres no estarían en pareja y sostendrían parejas seguramente mucho más saludables y se eliminarían un montón de violencias. Ser madre es estar más en el medio del huracán y del horror, más que nunca. Sí, por supuesto, el vínculo, en mi caso, con mi hijo, toda la creatividad que trajo y que yo puedo disfrutar, pero al ladito de eso hay un nivel de tensión, de ansiedad, de mandíbula apretada, de no descanso, ya no solo porque hay un bebé sino porque hay un alerta. Es tremendo y a mí me parece tan evidente que eso está mal, que la mujer no cobre por ser madre, que no lo puedo creer. Ahí empecé a resonar con realidades mucho más difíciles que la mía y con otras que quizá parece que no son más difíciles.
No tenemos el privilegio de poder vivir la maternidad pura y exclusivamente como una maternidad. No sabemos lo que es la maternidad real. Y siento que si lo pudiéramos vivir como es, haríamos las cosas de otra forma. Podríamos criar mejor a nuestrxs hijes también.
La maternidad te transforma, por supuesto, y te hace sacar cosas de donde no las hay y eso no está bueno, y no hay que aplaudirlo para mí. ¡Ay, qué madre luchona, qué madre que lo da todo! Feliz día, mamá, porque lo das todo por mí, feliz día porque siempre estás para todo. No, esto no tiene que ser así, que una persona tenga que vivir a un límite de poner en juego su salud y su vida no es algo admirable, para nada.
Te imagino transitando esas situaciones cantando y encontrando en ese canto un lugar donde poder sacar todo lo que sucede hacia afuera. Por otro lado, el encuentro con otras madres, tu voz, el canto compartido, abre a esas otras madres poder encontrar el propio sostén.
Si bien el canto está presente desde mi infancia, en la maternidad se convirtió en algo infaltable a muchos niveles.
Es una super herramienta, de seducción y de expresión muy fuerte. En la maternidad fue la salvación. Como si vos estuvieras en una cárcel y dijeras: tengo un cuaderno, una forma de plasmar. Yo sé que voy a salir de acá y cuando salga de acá tengo un plan, estoy generando. Una acción que haga que el espacio se transforme y que puedas viajar afuera aunque estés en ese mismo lugar, conviviendo con un bebé que tiene un montón de necesidades que no puede expresar con palabras, que depende de otro cuerpo que está en una situación de peligro. Yo era consciente de todo eso y el canto fue el bálsamo siempre, fue mi herramienta más usada. El canto me salvó de todo. En la canción estoy diciendo que está todo mal, y es en una canción, una magia, un conjuro, estar diciéndolo es como un mensaje que estoy lanzando al espacio, al espacio de mi casa, hacia afuera, hacia mí misma. La canción siempre me da esa fuerza. Si creo una melodía que resuena conmigo en ese momento, esa melodía me pone en un estado de conexión conmigo misma que hace que se genere un efecto en mí que hace que no me pierda. Acompañar con el canto a Uri ha sido maravilloso, entender el efecto que ha tenido en él que yo cante, desde la panza como en el puerperio, mecerlo con mi cuerpo y con mi voz, y quizá no es la voz que hace efecto en él sino que la voz hace efecto en mí y él siente en mis brazos que yo estoy tranquila, o que yo estoy conmigo. De ahí brotaron un montón de canciones o melodías que fueron sólo para ese momento y recuerdo muchos momentos por supuesto de placer, de magia de estar con mi bebé y cantarle, es algo que para mí fue maravilloso, de un éxtasis único. La maternidad como un proceso sexual y un éxtasis de estar con mi bebé y la piel y cantarle y decir Estamos en esta nosotres y es algo que siento que se puede compartir con un hombre Padre y que sería hermoso, pero es muy poco probable que suceda, y al menos que eso pueda suceder entre madre y bebé, trae una conexión muy fuerte para toda la vida, y mucha salud para ambxs en todo ese proceso tan complejo. Entonces el canto fue una herramienta que yo usé para muchísimas cosas y que en momentos de extremo agotamiento y bronca y todo me salvó. Poder gritar, poder expresar y que de repente salga De río en río, y hoy es la canción que más se escucha y vos decis que loco ¿no? Ahí me conecté con el canto desde un lugar mucho más profundo, ese lugar de No hace falta más, la voz es todo. El canto es algo muy natural y muy accesible para todas las personas y que para mí se debería usar en la vida no solo para subirse al escenario sino como modo de expresión, como una experiencia con el cuerpo, porque cuando cantás vibra el cuerpo, mismo el habla puede ser un canto. El canto fue todo porque estaba maternando, al servicio las 24 horas y estaba creando, estaba haciendo algo que ni sabía lo que iba a ser pero lo podía hacer, estaba accesible aunque estuviera con mi hijo, y eso me hacía sentir bien. Me ayudó mucho también a plantar bandera, a exigir, a poder decir, ir saliendo pero con la verdad.
Además del canto como espacio creativo mío, también el canto para acompañar a mi hijo en sus procesos de crecimiento, de los dientes, de los gases, del sueño, de todo lo que le pasa a un bebé que tampoco somos conscientes de lo que están atravesando y de la presencia y del amor que necesitan de verdad, el validar un montón de emociones y de la voz del bebé que por más que no hable se expresa.
Hablemos sobre cantar, cantar para abrir la escucha, hablar cantando.
Es una forma de comunicarse que comunica más emociones porque vibra más que el habla. El canto como liberación también.
A veces canto para llorar, canto canto canto canto, abro y empiezo a llorar, como un vehículo al encuentro con la emoción que equilibra a quien lo canta y quien lo oye. El canto abre a la escucha de cómo nos sentimos.
Tuve que fusionar absolutamente la maternidad con mi música porque sino era imposible hacer ambas cosas. Más allá de lo inspirador, y de todo lo que me di cuenta que tenía que nombrar de esta condición de ser madres, todo sucedió junto.
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Obra Madre
Me pareció super potente y me inspiró mucho pensar hacer un disco sobre maternidades que exprese tantas partes de la maternidad, tantas partes que parecen incompatibles pero no. Llevarlo al ámbito del rock, por decirlo de alguna forma, o a un escenario en un concierto donde la gente va a escuchar música, que son lugares donde también las madres no tienen mucho acceso porque están en la casa con los bebés y los espacios no están preparados para bebés o para niñes. A la gente le molesta que un bebé llore en un concierto. Llevarlo ahí me parecía que estaba bueno, y está bueno.
Contame del encuentro con otras mujeres madres.
Ay amor. Ay amor nació como una canción de amor para el papá de Uri y que después mutó como en el nuevo amor de la maternidad que es el amor de madres, entre madres. Un amor inesperado porque yo sabía que a mi hijo ya lo amaba desde la gestación, pero el amor entre madres, ese resonar con las madres y sentir un estar al servicio inevitable, fue inesperado. Lo que representaron y representan para mí las madres en mi maternidad, en mi puerperio sobre todo, es todo, todo el sostén emocional básicamente. Si hubo sostén emocional, que lo hubo, fue de parte de otras madres. Por supuesto, con otras personas, con el papá de Uri en ciertos momentos, mi madre, mi familia, pero realmente el espacio de sostén emocional total e incondicional, el mimo exacto en el lugar exacto, la palabra exacta, la mirada exacta, eso es con otras madres. Me emociona porque es muy enorme y muy de verdad. Es tan claro lo que una necesita, y la otra lo ve tan claro. Desde algo concreto como que me desates los zapatos cuando llego porque no me puedo agachar porque tengo el bebé a upa, te alcanzo esto, te cebo un mate, es tan claro lo que hace falta entre madres, lo necesitamos todas. Ahí hay una forma de darse, un vínculo entre madres que es hermoso, es todo. Solo quiero estar con mamás, porque de repente se transforma todo en risas. Que haya un lugar, poder nombrar lo que es, lo que está pasando, encontrar sostén para poder criar de una mejor forma, para seguir maternando mientras estoy con mis amigas, y seguir viendo la forma, se trata de eso y de reírse y llorar y seguir riendo. Los bebés se encuentran y juegan. Mucho código. Es como el paraíso. A mí me enamoró. Las amo a todas las puérperas. Es como un despertar de ver a una madre y nunca más volver a juzgarla. Preguntarle a ella qué necesita. Invitarla a poder nombrar. Esos espacios son super importantes. Para mantener la cordura, para que el camino de maternar sea más liviano. Tengo muchas madres amigas. Son lo más grande. Les agradezco de por vida porque sin ellas no sé qué hubiera hecho, y al día de hoy siguen estando.
Reafirmarse cada una en su forma de maternar requiere de alguien que te escuche y te diga Es como vos quieras. Es un ejercicio de mucho crecimiento entre mujeres que hemos sido criadas para competir entre nosotras y ver quién brilla más, quién es mejor madre, qué hijo se porta mejor. Es un lugar de laburo super admirable. Fue para mí un encuentro con mujeres muy profundo. Es un lugar seguro esos espacios.
Uri. Uri Uri Uriii.
Mi vínculo con Uri es impresionante. Yo no me termino de acostumbrar a ser madre. Es complejo. Yo conviviendo con él. Es él. Encontrarme con su forma, con su todo. También todos esos códigos que tenemos tan maravillosos, siento que con mi hijo puedo ser como soy con otras madres. Tenemos esa intimidad super rica. Me genera mucha responsabilidad y siempre me emociona. Estar acompañándolo es estar todo el tiempo presente, atenta y constante, aunque a veces por supuesto me cuesta.
Es importante encontrar la propia forma de maternar para poder disfrutarlo. Nadie me va a decir cómo criar a mi hijo. A lo único que voy a prestar atención es a lo que él me dice y lo que yo siento, ahí está la información, en el vínculo entre los dos. Nadie sabe más que vos cómo es. Siento que he podido conservar ese vínculo con Uri y he podido guardar ese mundo íntimo nuestro lleno de canciones, de código, de diversión, de alegría, de disfrute, de joda, como dice él. Con mucho éxtasis. Con todo el cansancio, natural, normal, yo lo veo y me dan ganas de llorar, de reír, todo, es inevitable que me conmueva, y me conmueve también haber podido darle lugar a su voz, todo el tiempo preguntarme si le estoy dando a él el lugar de expresarse y elegir, es un laburo, mucha energía, pero es importante. También yo crezco. Crecer, madurar, soltar creencias, formas y no tener miedo a querer más. En un segundo la armamos. Cada momento es una fiesta y tiene que ser así, no desde una exigencia sino desde un merecimiento. Permitir eso que traen les niñes. Me genera mucho compromiso estar ahí, no como mandato, me es importante. Necesito estar cerca suyo. Él necesita y merece una escucha y una presencia total porque es un niño y hay un montón de cosas que no puede hacer solo.
La música con Uri es compartida y siempre cantamos. Nos hablamos cantando. Yo canto todo el día a raíz de estar con él. Hablamos cantando todo el tiempo. Yo me expreso todo el tiempo sin ningún tipo de vergüenza y cantamos todo. Tenemos nuestro canto, frase, chiste, que es algo que tenía yo mucho con mis hermanos y es eso, vivir la vida intensamente. Él canta todo el tiempo. Silbando, cantando. Para él ya es una herramienta y también ha sido parte del disco. En melodías. Él ha escuchado las mezclas y ha dicho esto me gusta más. Me di lugar a eso y él tomó decisiones sobre el disco que hice yo con Martín, también super importante nombrarlo a él, a Martín Santillán, su trabajo y su confianza. Super valioso. Si bien esta obra nace de mi experiencia, su presencia creativa y de todo lo que es el proceso de audio y acompañarme en el proceso con mucho respeto y de una forma cero invasiva es algo que valoro muchísimo.
Esa mañana de diciembre, Uri despertó y pusimos stop a la grabación y así terminó la conversación.
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Popen brinda espacios de encuentro con la voz. Talleres para mujeres, madres, individuales y grupales, virtual y presencial. Podés escuchar OBRA MADRE en YouTube y Spotify. Durante los meses de enero y febrero Popen se encuentra junto a Uri realizando la primera gira con OBRA MADRE después de 6 años de proceso habitando en Victoria, Buenos Aires.
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