
Texto: Luca Bral / @mimosa_hostilis_
Fotografías: Gentileza Ícono Teatral
Un decantador de vino repleto de sangre es la primera imagen que se me presentó. Este cuadro se nos revela por la espesura y lo tajante de la dramaturgia-collage de Luis Gec, como así también por la excepcional actuación de Silvia Piccoli, que en cada función nos da de beber la sedimentación de todo su arte. NELCEV no es un monólogo tradicional, en palabras de su director: «No es un personaje, no es una obra, no hay un recorrido, no hay claramente una historia que contar, es más una instalación, una propuesta de cómo poner en el cuerpo a todo eso».
Nombro dramaturgia-collage al método dadaísta por el cual Gec llegó al guión: «Empecé a leer todas las obras de Lorca escapándole a las más conocidas. Lo que yo notaba era que en los personajes secundarios encontraba lo más interesante. Busqué, tipeé, imprimí y recorté. Armé un collage en el cual yo no agregué nada, son todas palabras de Lorca«.
En esta puesta lorquiana anticlichés no hay música española, ni rojo ni negro, no hay abanicos ni patios andaluces. El director asevera que fue intencional: «El vestuario se dio a partir de hacer todo lo contrario a un personaje característico de FGL, fuimos por el blanco, en vez del negro. Todo es muy en el medio, por ahí uno ve una lavandera o una mujer de campo”. En mis ojos el personaje es una de las espigadoras de Jean-François Millet o de las campesinas del mijo de Van Gogh.
La mujer que monologa se desenrolla en un escorzo de entrañas y entrega. «Mi sangre corre más rápido que el agua», dice mientras se escurre la tinta de Lorca por sus comisuras. Se puede intuir un multiverso de mujeres lorquianas que escupen su bilis como espíritus que poseen el cuerpo de Piccoli, quien se transforma en un dispositivo biomecánico entre medium y metralleta. Gec explica el fenómeno: «Basé mi búsqueda en pensar que FGL escribía obras en donde sus protagonistas eran mujeres, que él no era abiertamente homosexual, que lo matan por anarquista y por homosexual. Yo sentía que ponía en las palabras de sus mujeres lo que él no podía decir». Gec y Piccoli quieren ser respetuosos tanto con ellos mismos como con FGL, y lo demuestran. Con esta pieza lo honran en carne y sangre sin caer en zalamería estéril.



El escenario está repleto de pasto seco otorgándole una cualidad inflamable donde cada decir provoca una chispa. Con una puesta despojada logra convencernos a base de luz, fardo y cuerpo que nos quema una bola de fuego de mediodía a 40° en pleno invierno. El crepitar de la paja bajo un sol verdugo que aja las pieles cartografiando los caminos de la tierra seca, y no de la tierra prometida. Resuena en las sienes «Tierra tan solo tierra». La música de principio y final ejecuta notas dulces que desconfiadamente van adentrándonos a un ritmo monocorde en sopor mayor, o ¿será que se trata de acudir al eco del destino? Amor Fati Federico. «Tierra tan solo tierra» como un mantra o un conjuro. El obrar magistral de Piccoli es una manifestación con toda presencia y toda palabra. Al galope nos guía hacia la Verba-Lorca del desgañitarse por el afán, el sufrimiento del vivir y del saber morir. Pero no parte sin antes incendiarlo todo. Quema los puentes, carboniza su rastro, porque su identidad la lleva entre trapos en su bagullo de viaje. Lo carga como un bebé que mece teniéndose a sí misma.
«¿Es un tránsito hacia a algún lugar? ¿hacia la muerte? ¿Es FGL que vuelve hacia Granada sabiendo que va a morir? Porque en la historia real él sabe que si vuelve lo van a matar y sin embargo decide volver. ¿Hay algo en sus mujeres que aun sabiendo el desenlace deciden ir hacia la tragedia? Todo eso se puede ver en su propia vida», amplía el director. El sacrificio de ir a la tragedia es parte de lo insoportablemente vivo que estaba FGL, la mariposa que arde en deseo y se dirige al fuego final. «Soy el espíritu de la seda», pronuncia esta mujer criatura humana replicando lo que dice La Canción de la Mariposa, dejándonos un indicio, las dos palabras gigantes que acaparan la sala mimetizándose con telones, butacas y cuerpos: «Soy la muerte y la belleza».
FICHA ARTÍSTICA Actuación: Silvia Piccoli Adaptación y puesta en escena: Luis Gec Asistencia: Mónica Raccagni Dramaturgia: basada en textos de Federico García Lorca Grupo: Ícono teatral PRÓXIMAS FUNCIONES @iconoteatral
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