Suelo hacer fainá, cotidianamente. Al igual que el pan: hago, corto y freezer. Luego, si hay hambre: tostadora, pum y adentro. Fiesta, como diría un amigo.
Tengo la necesidad de compartir esta receta a razón de la siguiente ecuación.
Cuando viene gente a casa y se clavan una porción de fainá, suelen sorprenderse de estar comiendo dicho tentempié sin estar en Güerrín. Al reconocer la situación, desconcertadxs, se preguntan por el curioso origen de la misma y ahí empieza el biri biri: Pero… ¿cómo? ¿La hiciste vos? ¿Es fácil? Una catarata de preguntas que surgen, pienso, de la sorpresa de quien desconoce que se puede hacer fainá casera y que encima eunaboludé.
Confieso que, falsamente agotado de vivir esta situación, me propuse publicar esta receta a fin de tener la ácida impunidad de responder ante las mismas preguntas de siempre: Te paso el link, no perdamos el tan preciado tiempo en una receta que probablemente no hagas nunca. Chiste. Ojalá que sí (aunque creo interpretar determinados signos que me dictan quiénes realmente navegarán por el mar de la incertidumbre hacia una fainá casera o quienes preguntan por el simple hecho de no tolerar el silencio). Yo, en verdad, deseo que todo el mundo pueda hacer sus propios panes, dulces, conservas, fainá. Cocinar el propio alimento, creo, nos conecta con algo primitivo que lo vinculo al sentido de la vida.
Dicho esto, pasemos, pues, a lo interesante.
PASITO A PASITO
En un bowl colocar el agua y luego ir arrojando sal, azúcar y aceite de oliva. Si querés mandarle algún condimento, es ahora, lo que quieras: orégano, páprika, pimienta.
Una vez que tenés el agua con todos tus condimentos, comenzás a echar lentamente la harina y a revolver pacientemente. Si por ahí tenés minipimer, podés tirar sin tanto cuidado total después este regalo de la tecnología hace su gracia generando una mezcla súper homogénea. Sea cual sea el caso, el concepto es mezclar lentamente para que todas las partes se liguen amistosamente hasta cantar Heal the world.
Atención. Vas a notar que tu masa es mucho más líquida que una masa para pan o pizza, eso quiere decir que hiciste las cosas bien.
Una vez lograda la mezcla, ojo al pioje: te recomiendo para un sabor supremo, que la dejes reposar un día adentro de la heladera (sí, un día). De este modo, vas a lograr un textura y esponjosidad jamás vista. Ahora, sí por ahí no tenés tiempo y querés improvisar una fainá, no te preocupes, una vez hecha la mezcla, ya estarías en condiciones de meterla al horno (vas a ver que igual va como piña, pero si la dejás reposar como te comento, vas a palpitar otro saborear). Antes de meterla al horno, te recomiendo aceitar una pizzera, calentarla y luego tirarle la masa. De esta manera te anotás un poroto a favor de evitar que se pegue.
Paréntesis. Si tenés ganas, podés picarte una cebolla, ajito o lo que te guste y tirarle en la superficie antes de hornear. Es el momento.
Adentro del horno a temperatura media serán unos 30 minutos aproximadamente.
Una posible interpretación de su cocción es atravesarle un cuchillo e intentar sacarlo seco, aunque puede que algo húmedo también valga. Es frecuente pensar que la fainá no se cocina más. En mi caso aprendí que recién está hecha cuando la dejamos enfriar. Ahí vas a notar su verdadera textura y sobre todo va a ser mucho más fácil despegarla de la fuente.
Listo, hiciste tu fainá (mentira, estás leyendo).
Si por ahí es mucha cantidad, podés cortar y freezar. Cuando tengas invitadxs, te bajás un par de porciones y si te llegaran a preguntar: Pero… ¿cómo? ¿La hiciste vos?, vas a saber qué responder ☺.
Texto y fotografías: Guido Zappacosta.
Buena receta Guiso!
La hice varias y me queda medio blanda, no como la de las pizzerías. ¿En qué le estoy pifiando?