Reseña: Franco Gonzalez / @frangonzalez.cai
Fotografía del York: Florencia Bauzada
De zona norte a zona norte. Por San Fernando R pasa el tren de la costa y en Borges bajamos, esta parada tiene una plaza apenas salís del andén. Durante el día un tipo en situación de calle vende libros viejos, a la noche no se lo ve. Cuando bajás en Borges, se ve luminoso el cine teatro York, su nombre se rellena de lucecitas y hoy las ganas de verse una peli en cine de barrio parecen ser altas. La fila termina en la esquina de la calle Alberdi y va a una cuadra y media más de fila por la calle Catamarca ―ojalá nadie quede sin butaca―.
Como un seguidor más del cine que habita en el conurbano bonaerense, es costumbre ir a la Capital para acceder a las salas más chicas, con ciclos especiales a tal o cual director o actor, películas nacionales y de culto. Me refiero a los cines que no estén en su totalidad dinamizados por el mercado como los que se sitúan acorde a las grandes cadenas, en su mayoría dentro de shoppings, lo cual reduce más al cine en una lógica de consumo. Volviendo a lo de la ubicación geográfica, intuyo que para encontrar cines como el York son más las veces que los bonaerenses (provincia) nos movilizamos a la Capital. En esta fila pude conversar con un grupo de cuatro amigues que esperaban atrás mío. Eran de diferentes barrios de la Capital y afirmaban que eran muchos los que cruzaban puente Saavedra para venir al conurbano a ver cine.
El film de esta noche es Rojo profundo (1975) en el marco de un ciclo sobre Darío Argento.
Comienza Spoiler alert.
La película es un ping pong entre la comedia y el terror, además de un manejo de cámara de constante movimiento como si la escena atrajera a la cámara y no la actuación misma se pusiera en su foco. Rojo profundo está atravesada también por el género policial, una serie de asesinatos se dan desde el comienzo y hasta el final cualquier personaje es señalado como posible criminal. Todos estos pasajes se entremezclan en la película, es la mejor ejecución de lo que George Simmel ve en la actuación: “el actor sensorializa el drama pero no lo realiza”. La película tiene esa capacidad de no ser realidad, porque la realidad Simmel la entiende como una categoría metafísica, ni una buena imitación de la misma ―realidad― porque el arte no es una unidad de la misma, sino que es esa capacidad de generar sensaciones ―miedo, adrenalina, risa―. Rojo profundo no solo genera sino que, como escribí antes, tiene la capacidad de pasar por varios de estos estadios.
Uno de los puntos interesantes que atraviesa la película es la cuestión de género. Una de las protagonistas se presenta como ruda y coqueta a la vez. Tiene una escena donde le gana la pulseada a su amante y es la misma quien tiene una posición activa de coqueteo y poder dentro del vínculo que se genera con el otro personaje principal, además de contar con un discurso combativo a los comentarios machistas del personaje. Otra de las personas, quien termina siendo autora de los asesinatos, es una mujer, lo cual genera dos aspectos en este sentido, rudeza y violencia representadas en dos actrices distintas. La autora de esta serie de asesinatos tiene apariciones más bien esporádicas y se la plantea como una señora ingenua y aferrada a un pasado de actriz con un hijo alcohólico, lo cual vuelve más impactante su autoría criminal. Resaltar una lectura ligada al género me parece atinado para agregar interpretaciones/visiones más contemporáneas a la película y así como es común “los clásicos nunca mueren”.
Celebró espacios como el York y el cine en todos sus tiempos.
FICHA TÉCNICA
Director: Darío Argento.
Actúan: David Hemmings, Daria Nicolodi, Macha Mèril, Clara Calamai.
1975
126 min
Rojo Profundo fue parte del ciclo Vecine Vecine que el Cine York organiza hace años. El York tiene una programación semanal para ver cine gratis todo el año.
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