LOS DIENTES DEL LEÓN

 

 

No las vemos pero ahí están: ensaladas en las veredas. Vemos «yuyos»: son comida. Hay verduras que crecen en nuestra cuadra. Aparecen en lo de esx vecinx que tiene el frente con pasto y «yuyos» descontrolados, en alguna maceta en casa cuando colgamos, en los baldíos. Sin nombre, no las vemos. Pasamos por al lado pero solo vemos «yuyos». El nombre te muestra la verdura que podés comer sin comprar.

 

El diente de león es la hoja del panadero. ¿Al panadero lo conocés, no? Alguna vez soplaste uno. Es ese tallo que tiene una cabecita redonda con pelusitas blancas, una de las flores secas más lindas.

 

 

 

Texto: Eleonora Miscelotta

Ilustración y fotografía: Vale Lamat

 

 

 

¿Qué adjetivos piensan cuando escuchan la palabra león? Bueno, sí, todo eso que están pensando y más es esta bueneza Diente de León.

 

Dice un antiguo proverbio chino: “Mientras yo permanezca aquí sentado tranquilamente, sin hacer nada, llega la primavera y la hierba crece por sí misma”. Para una persona que se dedica a cultivar hortalizas, les confieso que este concepto zazen me ha costado un poco. Esto fue hasta que en el mismo terreno que cultivaba fui testigo de cómo la naturaleza nos regalaba alimento y medicina sin que yo me percatara siquiera.

 

Al principio me relacioné con las buenezas porque me llamaba la atención su función biológica y cooperativa. Todo lo relacionado al suelo o a la posibilidad de hacer purines revitalizadores, etc. También observaba las que atraían polarizadores o funcionaban como planta trampa para los pulgones (que para quienes no lo saben son habitué de las huertas y se comen nuestras hortalizas). Luego comencé a investigar un poco más sobre los beneficios de ingerir estas buenezas.

 

En fin, me topé con las hermosas flores del Diente de León y observé que atraían muchas abejas (uno de mis insectos favoritos de todo el universo universal, amén, my Lord). Dije: Bien, si les gusta tanto a ellas, este “yuyo” algo bueno tiene que tener. Me di cuenta que lo vendían en la dietética así que eureka. Lo dejé ahí que creciera tranquilo (todavía no me había animado a comerlo). Difícil tarea la de proteger el diente de león de las máquinas de cortar pasto o feroces bordeadoras. Escucho una bordeadora y tiemblo. Enseguida me dan ganas de ir a dirigir la cosa, corte: cortá por acá, acá no porque esta es una nativa, este yuyo dejalo intacto, ¡lejos de los cercos, muchachos! ¡Qué pesada soy! Voy a tener que ocuparme yo de la cortadera.

 

 

 

 

Volvamos al diente de león. Como su nombre lo indica, esta bueneza tiene toda la fuerza de un león. Más que diente de león es una dentadura completa, porque ya les digo que es la medicina de la mayoría de nuestras dolencias.

 

A nivel nutricional aporta:

 

Altos valores de hierro

Magnesio

Fósforo

Calcio

Potasio

Vitamina A, B, C y D

Ácido fólico

Antioxidantes

 

Es decir, alineación y balanceo te hace esta plantita…

 

Nuestro alimento es nuestra medicina o nuestra condena. El Diente de León es una medicina completísima para muchas dolencias y enfermedades. Escuchá:

 

Gran protector y regenerador hepático y vesicular

Antireumático

Diurético

Hipotensor

Antiinflamatorio

Digestivo

Antianémico

Calmante

Relajante

Refuerza el sistema inmunológico y estimula la producción de bilis

Se utiliza de manera externa para afecciones en la piel

Anticancerígeno

Trata el estreñimiento

Antiviral, reduce las bacterias dañinas

 

 

(Se debe limitar su uso en caso de embarazo, lactancia, como también en caso de infecciones renales o vesiculares)

 

 

 

 

Un poquito sobre la planta…

 

Es de la familia de las Asteráceas como la achicoria o lechuga, nada más que tiene muchísimas más propiedades nutricionales. A principios de la Primavera rebrota o germina esta bueneza. Tiene una flor amarilla bellísima y cuando fructifica y se seca es más bella aún. Un campo lleno de diente de león con la flor seca es como un campo de pequeñas nubecitas. La flor se convierte en una pelotas esponjosa, blanca, liviana, que se garantiza la proliferación de la especie gracias al viento y a los animales que muy fácilmente desperdigarán sus pequeñas semillas. 

 

Ahora, ¿cómo la consumimos? ¿Qué sabor tiene? ¿Cruda o cocida?

 

Bueno, ¡cuántas preguntas! Pero está bien, no tenemos cultura de forrajeo.

En principio lo primero que tengo para decir es que es amarga, más amarga que la achicoria. Ese sabor también nos da indicaciones de las propiedades medicinales de la planta. Casi todas las que son hepatoprotectoras son amargas. Pero como sucede en nuestra huerta, su sabor dependerá del momento de cosecha. Si la cosechamos tierna, apenas haya florecido, su amargor será menor. Si la planta creció en suelo húmedo y a sombra parcial también, será más tierna y menos amarga que las plantas que hayan crecido a pleno sol y en un suelo seco (es decir, condiciones más adversas). También podemos utilizar un método que en agricultura se conoce como blanqueo, que implica tapar con un cartón o tela o maceta la planta para evitar el contacto con la luz por 3 o 4 días antes de ser cosechada. Esto ayuda a tiernizar y bajar la intensidad de amargor. De todas maneras, hay que ir acostumbrándose a nuevos sabores también y aprender a combinarlos correctamente con los alimentos que consumimos en el cotidiano.

 

Sus hojas se pueden consumir crudas o cocidas en buñuelos, tortillas, tartas, sopas… 

 

Acá les paso una buena combinación:

 

ENSALADA

 

Hojas tiernas de diente de león

Tomates cherry (o el que sea)

Queso azul

Oliva, sal y aceto balsámico

 

¿Y las raíces?

 

Sus raíces secas sirven para infusiones. Se recomienda no más de una taza por día (que se hace con dos cdas. de raíz). No es conveniente tomar este té antes de hacer ejercicio ya que baja el nivel de azúcar en sangre.

 

Creo que si comenzamos a conocer el lugar que ocupan las buenezas podemos entender el lugar que nosotros ocupamos en el Mundo y viceversa… o no sé ¿la flasheo? Pero intuyo que cuanto más observamos a la Naturaleza más nos observamos a nosotrxs mismxs. Tómelo o déjelo, fiel y respetuosx lectorx. Espero haberlx entusiasmado con el Diente de León. De manera que pueda comenzar a consumirlo de alguna forma y si no, por lo menos esquívelo con la bordeadora.

 

 

 

 

Me despido dejándoles estas recomendaciones de Elena A. Lakovleva, autora del libro Ubicación actual, Edén, que trata sobre forrajeo; libro muy consultado para estas columnas:

 

“NO COMA ALGO SI NO ESTÁ SEGURX QUE LO IDENTIFICÓ CORRECTAMENTE”

Para esto hay guías muy completas. No se reconoce una planta solo por una foto, sino por una serie de características formales.

“AL INGERIR UN ALIMENTO POR PRIMERA VEZ COMA CON MODERACIÓN. COMPRUEBE QUE NO ES ALÉRGICO”

“ESTÉ ABIERTX A DISFRUTAR NUEVOS SABORES”.

Este es un punto fundamental para abrirnos a consumir buenezas.

 

¡A su salud! ¡Por la soberanía alimentaria! Y por una buena utilización de los recursos naturales. Ese siempre será mi brindis.

 

 

 

 


¿Te copan las buenezas?

Acá podés leer sobre el Bledo, otra comida que no vemos: Bledo


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6 respuestas

    1. Hola Eduardo, sabes que las buenezas suelen salir espontáneas, sus semillas no se comercializan y muchas no toleran los trasplantes. Pero no es imposible, se puede intentar sembrarlas o se puede adquirir la costumbre del forrajeo que implica transitar el propio territorio y cosecharlas (porque está lleno por todos lados). La proxima columna voy a pasar más info

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