Texto: Héctor Serres
Conversa: Franco Lopez y H.S.
Fotografías: H.S. y C.C. La Trinchera
No miramos mucho cuando pasamos por una puerta. Entramos y ya. No siempre, no todes, pero en general es así. No tenemos tiempo para lo que está ahí, esperándonos. Por eso a veces, cuando elegimos desacelerar y ver, podemos encontrar eso que dejan algunas personas cuando ponen mucho de sí mismas en algo. Toma distintas formas. En un lugar, cuando lo quieren, algunes consiguen crear un espacio.
Una tardenoche fría nos acercamos a la Trinchera en Carupá. A esa hora ya estaba baja la cortina metálica, con el hueco de la puerta abierto; algunas de las mujeres que le dan vida al centro cultural charlaban ahí, rodeadas por el run run de la calle.
El pasillo de la resistencia
Cuando entrás en el Centro Cultural La Trinchera, estás en un pasillo con 3 imágenes a la izquierda. “Es un pasillo que tiene 3 marcos”, cuenta Macarena Aguiló —artista del C.C.—, “y la idea es que en cada uno de ellos haya una imagen que interpele. Lo inauguramos con el 24 de marzo (el mes de la Memoria), también está el 8 de marzo (Día de la mujer) y la Ley de humedales. Elegimos a 3 artistas para exponer su obra acá y que la entrada de La Trinchera pueda interpelar desde la imagen diversidad de temas”.
Obras de Fernando García, Camila Maca y Macarena Aguiló.
En la pared de enfrente una frase baja por una escalera de madera:
Creo que todos
tenemos un poco
de esa bella locura
que nos mantiene
andando
cuando todo alrededor
es tan sanamente
cuerdo
Desde ahí, el pasillo se agranda y la Trinchera crece: es un galpón enorme con un techo de varios metros donde dan talleres y hay movidas culturales. A la derecha hay un paredón con afiches y pegatinas. Es de esas paredes que hablan.
“El primer festival que hicimos, que fue el Festival de la Memoria, convocamos a varias artistas gráficas. Invitamos al colectivo Pegando fuerte, compañeras de Capital, que van a distintas paredes a hacer intervenciones gráficas, y lo tunearon”, relata Macarena. “La pegatina en la calle tiene algo particular que es que sobre eso siempre hay alguien que sin mala intención lo renueva. Acá está cuidado porque está bajo techo, pero en la calle la pegatina tiene una vida útil, no es eterna. No es esta cosa enmarcada, encuadrada. Se va armando de forma dinámica, así que irá cambiando, pero estuvo buenísimo, fue un aporte estético contundente”.
Del otro lado de esa misma pared está el baño y la pegatina sigue en forma de stickers en la puerta roja: Aborto legal ya; Estamos resistiendo porque el mundo tiene cura; Campaña plurinacional en defensa del agua; Ley de cupo 27.539 y Que el Estado aborte a la Iglesia son algunas de las frases pegadas ahí. “La puerta del baño es una invitación a que sea una intervención colectiva, que se peguen los stickers de quien venga”, dice Macarena. “En la intimidad del baño estás vos y si tenés un sticker, podés pegarlo, que nadie va a saber quién lo pegó”.
Saliendo del baño, está el gran galpón en el que se hacen talleres (acrobacia de piso, danzas afrocubanas, coro, arteterapia, acroyoga, streching, folclore, yoga y canto grupal), teatro, cine, ferias, un nodo agroecológico, la casa feminista, festivales y otras movidas, como por ejemplo el Encuentro de Teatro Popular Nuestra América o el Ni Una Menos. Hay una biblioteca al lado de unos sillones, rincón abierto para charlar con algunes de les que motorizan el espacio: Sol Belaustegui, Fátima, Mariana Beliz, Julián, Pilar y Macarena (actrices, educadores populares, estudiantes de Trabajo Social, músiques, artistas visuales, fotógrafes, artesanas y emprendedoras).
¿Por qué La Trinchera?
Sol: Una trinchera como un espacio de todo. De resistencia también, porque nos venían corriendo de diferentes espacios (Acaracu, Casa Joven).
Macarena: Un espacio donde les artistas y las personas puedan venir a mostrar lo que hacen y también construir un diálogo y una identidad que tenga que ver con el arte más federal, donde poder descentralizar, porque en algún punto estamos apostando a un espacio en el conurbano, que sabemos que hay pocos y que todes se van hacia Capital porque es seguro el circuito que hay y hay una diversidad de circuitos gigantes. Entonces, quedarse acá y sostener la Trinchera acá es decir que hay artistas acá de distintos lenguajes, donde poder albergar, generar diálogos y contenidos porque la cultura en algún punto es eso: generar incomodidades, preguntas; que confluyan un montón de contenidos que van en una línea política de lo que creemos que es la cultura y para quiénes. Que sea para todes, que no sea un espacio elitista.
Ustedes se definen como un espacio cultural y político. ¿Por qué?
Julián: Hay una cuestión de desmarcarse de una cultura o un arte no comprometido con la realidad.
Macarena: Por un lado, formamos parte de Marabunta y eso nos enmarca dentro de una organización piquetera, feminista, antipatriarcal y anticapitalista. Y, además, creemos que el arte es una herramienta de transformación y que tiene un discurso y una identidad política.
Sol: No todas las personas que participan del espacio militan en Marabunta, pero sí es un espacio que está vinculado con Marabunta, porque compartimos el espacio, muchos venimos de recorridos en esa organización. Como espacio cultural, no necesariamente las actividades de acá tienen bandera. Es un espacio abierto a cualquiera que no sea ni liberal o facho. El arte es una forma de vincularnos y organizarnos. Como que dentro del espacio nuestra idea es que haya prácticas que prefiguren el mundo que queremos. Entonces, pensar cada actividad desde ese lado. En cómo nos vinculamos, cómo tomamos las decisiones, qué espacios damos, cómo nos solidarizamos. Por eso para nosotros es re importante y re lindo, ahora que está La Carpincha, La Barbarie, que políticamente tal vez no es exactamente lo mismo pero para nosotros es importante esa articulación, ese construir colectivamente.
A partir de la pandemia vemos un resurgir de centros culturales. ¿Cómo se llevan colectivamente con esos espacios?, ¿son de consumir la cultura de acá?
Macarena: Sí, un poco es nuestro objetivo, poder apostar a la articulación con espacios diversos.
Sol: Y es tema de nuestras reuniones qué instancia generar para poder hacer cosas colectivamente, porque somos un montón, hay un montón de gente que consume pero también si todos tenemos actividades los mismos días es imposible. En la movida de la marcha de la diversidad nos re gustaría participar. También con el ciclo de teatro, hacerlo un mes en La Carpincha, un mes en La Trinchera, un mes en el Club, en En Breve.
La Trinchera en la calle y, antes, cuando estaba en Victoria
El Rancho de la Carpincha en Tigre, La Trinchera en San Fernando, el Club en San Isidro. En el conurbano norte hay una red de espacios culturales que van de un barrio a otro formando un mapa donde artistas y vecines pueden abrir las puertas de la percepción en el día a día, probar algo nuevo, formarse, buscar aire, alegría, resistir, relacionarse de otra forma, inventar otras vidas. Cultivarse. La Trinchera tiene un nodo agroecológico en el que venden frutas, verduras y productos sin pesticidas, cosechados y elaborados por cooperativas y emprendedorxs locales, desde donde promueven la comercialización popular y solidaria, “del campo a tu mesa”.
¿Cuál es su experiencia con el nodo agroecológico?
Mariana: Surgió de conversaciones sobre compras comunitarias y ahí se empezó a averiguar sobre productos tradicionales de verdulerías y lo agroecológico y no se notaba tanto la diferencia en el precio. La comida también es una cuestión cultural y a militar.
¿Tienen alguna opinión sobre la Ley de Fomento Cultural?
Julián: Nosotres estamos participando de Unides por la Cultura (nosotres como Marabunta cultural). Unides por la Cultura surge por el cine, porque es una industria muy cara. El fomento es fundamental para garantizar la calidad y los espacios independientes. Los fomentos como el INCAA son un subsidio para que las producciones que no son las financiadas a través de las grandes productoras puedan llevarse a cabo. Entonces, surge con elles y como la caducidad de esta ley hace que caigan, no solamente el subsidio al INCAA, sino también al INT (teatro), INAMU (música), bibliotecas populares, medios de comunicación comunitarios, se arma Unides por la Cultura y empiezan a hacer actividades.
¿Cómo le impacta la Ley de Fomento Cultural a un centro cultural de San Fernando como la Trinchera?
Sol: Es superimportante porque todos los subsidios a las producciones teatrales hacen que hayan un montón de producciones, que se harían igual porque siempre hicimos y seguimos haciendo, esté o no el dinero, pero nos da la posibilidad a los trabajadores de la cultura de hacer producciones de otra calidad y que circulen esas obras. Por ej. como pasó con el Florecer Cultura a través del INT (Instituto Nacional del Teatro). Y también para profesionalizar nuestras tareas.
Macarena: Que no sea “hago con lo que hay”.
Sol: Para formarse, hacer giras, que circule. Esto del Teatro Federal, que se pueda mover el teatro entre las provincias. Es una ley nacional que impacta en espacios territoriales y en todo el circuito que se arma por fuera de la centralidad que tiene Capital y todos sus recursos.
¿Cómo se ven a futuro?
Mariana: El ideal sería poder laburar rentadamente la cultura en este espacio.
Macarena: Y también multiplicarnos. Hoy somos 6.
Sol: Nuestra idea es seguir poniendo lindo el espacio, seguir equipándolo, y que se llene de colectivos y personas que tengan ganas de hacer cosas, que acerquen sus propuestas para hacer ciclos y talleres.
LA TRINCHERA RECOMIENDA El ciclo de música Sabores del Río de la Plata en el C.C. La Barbarie (San Fernando) La Dominga Ribera, candombe los domingos en Luis Pereyra al fondo, en Tigre. El C.C. Casa Puente en la isla (el Delta). Las noches de juegos de mesa de El Club (Martínez). Tienen ping-pong, metegol. Vinilo Laboratorio Artístico (Tigre)
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