Lxs trabajadores de la Cultura del conurbano norte estamos en alerta desde que el Gobierno de Milei sacó su doble Nelson de la muerte, el DNU y la Ley Ómnibus. El verano, ¿tiempo de descanso?, se convirtió en semanas de tensión, angustia y reacción. En todo el país salimos a la calle para manifestarnos con cacerolazos, ruidazos, artivismos que derivaron en acciones culturales para defender nuestra vida y el trabajo de la sociedad toda. El DNU y la fallida Ley Ómnibus atentan contra el Fondo Nacional de las Artes (FNA), la Ley del Libro, el Instituto Nacional del Teatro (INT), el Instituto Nacional de la Música (INAMU), la Conabip, el Fondo de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual (FOMECA) y otras formas de financiamiento para la Cultura. Desde Timbó convocamos a cuatro Trabajadorxs de la Cultura para que nos cuenten de qué forma nos afecta.
Texto: Gisel Cáceres
Fotografía: Guido Zappa
Soy gestora del Espacio Cultural y Comunitario Casa Puente en el Delta de Tigre, sikuri en Comadrejas del Humedal, bailarina, artivista en el espacio “Taller de humedales y ecología política”, proyecto “Cuerpo territorio”, entre otras inquietudes. Soy, también, acompañante de infancias y familias en el espacio de aprendizaje vivo Monte Blanco (isla).
Sobre ley ómnibus y DNU. “Audacia destructiva o ignorancia?”, leí por ahí.
Mencionar porque es importante seguir repitiendo que esto es un avasallamiento anticonstitucional, lleno de barbaridades autoritarias y antidemocráticas.
Lo primero que aparece o lo que me cooptó en lo personal como sentimiento es el miedo.
El miedo y la incertidumbre, ahí latentes. No entiendo nada, y sigo escuchando frases como “no la ven”, ¿no la ven?
Estas medidas no sólo me interpelan en un sentido cultural sino también territorial, de contacto directo con lo que somos: naturaleza. Y en este sentido mi arte está constituido por mi entorno. La “necesidad y urgencia” es el paquete de regresión ambiental al que estamos expuestes. Hay una alerta extractivista y de soberanía ambiental que va de la mano de todas las luchas por sobre todo. Es desde ahí, desde el territorio, desde el humedal en mi caso, donde generamos sentido. Lo que protege e intenta preservar lo que nos queda está en peligro también.
Volviendo. No me cabe la menor duda que el arte resistirá, somos muchas/os/es les trabajadores de la cultura. De encontrarnos estos días en las calles, dialogar en asamblea y sabernos resistiendo me conmueve y alienta, porque nos creo por sobre todo luchadores desde el minuto cero en el que decidimos poner nuestro ser al servicio de la cultura y el arte, amor también hay…
El respaldo del Estado ha permitido que el país sea un faro en producción cultural, es el motor para seguir generando arte, de calidad y al alcance de todes. Es la construcción de identidad más fiel, un derecho que debiera de llegar a cada persona y formar parte de la vida sin fragmentación.
Debemos seguir construyendo sobre este piso para mejorar nuestras condiciones, y no perder lo conquistado, ni un paso atrás. No al protocolo represivo y la criminalización de la protesta, me resisto a dejar de habitar el espacio público tal y como lo hacemos.
Saber que peligra el ámbito donde la creación vive, donde une se siente lleno de sensibilidad, interpelado y hasta enriquecide genera angustia.
Eso que solo lo logra una obra de teatro, leer un libro, escuchar un disco, encontrarse en un festival en un espacio cultural, escribir para la revista del barrio. Que sea nuestra riqueza de producción la que está siendo vapuleada nos pone en movimiento, algo que ya habitamos desde el vamos cuando decidimos este camino y será la creatividad la que saldrá a aflorar para no quedarnos de brazos cruzados y poner el cuerpo en las calles, ahí nos vemos.
El arte nos encuentra, nos permite el debate, es seguir alimentándonos les unes a les otres, es inspiración inacabada que nos mantiene con un fuego interno que desde ya no apagarán.
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