
Cuando pensamos en satisfacer una necesidad, no siempre pensamos en satisfacer un deseo. La necesidad de un calzado, por ejemplo, o de un alimento no los satisface cualquier zapatilla o un paquete de polenta. “¿Y qué querés? Si se gastan los planes en Nike”. El deseo es algo más profundo, complejo y huidizo que una necesidad y cuesta emparentarlos. Cuántas veces escuchamos a la clase media estallar por la inconformidad del pobre ante la limosna de turno. La indignación por aquel o aquella que saqueó un plasma en vez de arroz en el Carrefour. “¿Pero cómo, no es que tienen hambre?”. Sí, pero hay algo primario: el amor.
En esa clave podemos ingresar en el universo adolescente de Tati, una piba de la isla Maciel en plena explosión de hormonas. No solo de su sexualidad, también de su madurez, de su ser mujer, el lugar que ocupa ella para ella y ella a través de los ojos de lxs otrxs. Sus compañerxs, sus amigxs, lxs adultxs, su viejo y su barrio. Una piba que en su impulso de vida mueve un bote de orilla a orilla con tal de encontrarse a sí misma. Lo más lindo de todo es que somos testigos de ese descubrimiento.
La Botera, de Sabrina Blanco, es una película que en su sencillez escala lo profundo. Íntima, con planos que nos acercan al silencioso interior de Tati y un tratamiento que nunca cae en los estereotipos de clase, espacios edulcorados, ni lugares comunes. Propia de esa poética de cine porteño donde un personaje se vuelve metáfora de un mundo muchas veces cruel. Contada con guion sólido, sin grandes pretensiones y actuaciones honestas realizadas por personas de la Isla Maciel o de sus alrededores. Nada es falso. La Botera desborda sensibilidad en su trasparencia. La empatía que generamos con la protagonista es tan sutil que cada una de sus acciones se comprende sin mayores argumentos que la propia acción. No se trata del encierro de vivir en la isla, no se trata de la pobreza estructural que la rodea como río contaminado, se trata de los deseos, de las contradicciones y las barreras (propias e impuestas). En la película de Sabrina Blanco, Tati no se queda quieta. Aunque la encierren ella se busca. Será entonces ese bote su vehículo, y para lograrlo tiene que aprender a navegar. Como le dice un amigo: “Hay que hundir el remo en el agua, si no no sirve de nada remar”.
Texto: Tito Dall’Occhio/ Fotografías: Analía Sánchez prensa.
¿Quiénes son?
Guion y dirección: Sabrina Blanco
Producción Ejecutiva: Georgina Baisch – Cecilia Salim
Coproductora: Jessica Luz
Dirección de Fotografía: Constanza Sandoval
Edición: Valeria Racioppi (SAE)
Dirección de Sonido: Tiago Bello
Música: Rita Zart
Dirección de Arte: Diana Orduna
Vestuario: Lucía Gasconi
¿Dónde la veo?
>Norcenter a las 12:00, 15:45, 19:30.
>Unicenter a las 12:00, 17:20, 22:30.