CAMINANDO EN EL (RE)PLIEGUE

Editorial: Timbó

Unas líneas sobre una caminante que invoca al fuego: caminemos, incendiemos las miserias que aparecen cada día. Un trazo de color sutil magentea a unos toderos del teatro hasta convertirlos. Un poema nos lleva a un conurbano mestizo de vías despiertas y zapatillas en los cableados. Cada obra nos ayuda a que el repliegue incluya acción. Replegar, retroceder, acopiar, repensar. Mientras camina el verbo caminante en la oscuridad, se electrifica el trazo del contorno en la sombra que proyecta. Va a encontrarse con otres. Como esa ley de la física que reza que “la fuerza con que se atraen dos cuerpos tiene que ser proporcional al producto de sus masas dividido por la distancia entre ambos al cuadrado”. Con cuanta más fuerza nos pensamos, más nos atraemos y cuanto más nos atraemos más dividimos las distancias. Puede que con intermitencias a veces, actuando, riendo, esperando, poniéndonos máscaras o sacándolas, acercando las manos a las cuerdas de la guitarra y a la arcilla de cada día, de cada tierra, de cada cuerpo, mirando dónde estamos con ferocidad y ternura, pero seguimos.

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