El 17 de diciembre de 2023 un histórico temporal se llevó puesta gran parte de la Provincia de Buenos Aires. El Delta de Tigre fue una de las zonas más afectadas con interminables cortes de luz, árboles caídos, Milei presidente, falta de suministros, señal de internet y cables pelados en el agua e irregularidades que se llevaron la vida de un trabajador. Victoria Aguiló, vecina de la isla e integrante de la Asamblea Isleña escribió para Timbó acerca del contexto que se vivió y vive hoy día en la isla.
Texto: Victoria Aguiló / @_vi_ki_ki_
Fotografía: Guido Zappa / @guidozappacosta
Mi nombre es Victoria, tengo 37 años y nací en Tigre.
Mi vida siempre estuvo cerca del río, con mi mamá y mi papá saliendo a remar desde que era un bebé, con mis amigues en bote en la juventud, a vivir en la isla hace ya siete años.
Vivir en el Delta fue elegir una vida Anfibia, ya que hace veinte años que me organizo en los sectores populares, en el feminismo…
El año pasado antes de que gané Milei había definido hacer un cambio, modificar un poco la fórmula, hacer lo que hace la mayoría de las personas: enfocarme en mis objetivos personales, terminar las dos materias para recibirme de socióloga, pensar en la vivienda definitiva, hacer deporte, comer bien….
Pensaba que después de tanta lucha y organización, con un contexto turbio lo mejor era descansar. La gente me decía que no me preocupara, que estaba exagerando, que estaba sobredimensionando… que la derecha ya había ganado antes, que el neoliberalismo ya había ganado antes, que no solamente habíamos soportado, sino que habíamos sobrevivido y hasta incluso algunes me decían que habíamos vencido….
En octubre ya no estaba organizada y Milei, contra toda esperanza, había ganado.
Transcurría diciembre entre el caos de las noticias y los cierres de año, el 17 las fuerzas del cielo cayeron sobre Buenos Aires, y la tormenta azotó la isla. El caos fue total, la ausencia del Estado y las empresas también. A nadie le preocupó que la caída de troncos no dejará abnegades, que los cables pelados estuvieran en el agua, que sin luz no hubiera agua, que hiciera calor, que haya mosquitos, que haya niñeces, personas grandes, que haya electro dependientes. A nadie le importó que se hayan caído las antenas y estemos sin señal, sin internet, sin poder comunicarnos. A nadie le importó que pasemos las fiestas a oscuras, o que nuestra heladera y bolsillo no puedan hacer equipo para acopiar y dejar de perder plata.
Estuve 33 días sin luz.
Yo quería no estar organizada pero había pasado el feminismo por mi vida para mostrarme que lo personal era político y que esas redes subsistencia no las podía construir en la soledad de mi casa, sin luz, sin agua sin comida y con la angustia de unas noticias que no paraban de recortar derechos, de recortar sueños, de recortar posibilidades.
Por suerte apareció la Asamblea Isleña para mostrarme que nunca más estaría sola, que como yo había muches vecines que me mostraban que esa individualidad no existía porque el problema era colectivo.
Y así fue como en la Asamblea nos terminamos encontrando, más que encontrando, reconociendo como vecinos, vecinas, vecines. Compañeres para desandar los vericuetos de esta vida que quisieron imponer como individual, a fuerza de aislamiento y recetas neoliberales y meritocráticas. Ante el acostumbramiento voraz, producto de la pandemia, que nos anestesia en ser más pobres, en aguantar políticos que no nos representan, a resignarnos a los ajustes y la precarización, a naturalizar la pobreza.
La Asamblea fue tomando forma en una movilización a la Municipalidad de Tigre, donde logramos conformar un comité de crisis entre vecinos, Edenor y el Municipio y aparte definimos una caravana náutica para el 30 de diciembre para visibilizar que hacía quince días no teníamos luz. Pasamos las fiestas a oscuras y con un comité de crisis que no daba respuestas.
Definimos nuevamente ir al Municipio, esta vez entramos de forma pacífica pero la Policía Federal nos encerró allí a fuerza de golpes. Obligamos a los funcionarios a bajar, a dar la cara, a dialogar en pos de la comunidad. Logramos una reunión en el Concejo Deliberante de Tigre para el 4 de enero. Allí contamos los problemas relevados y sistematizados por la propia comunidad, mostramos el mapeo de cortes, advertimos que iba haber una catástrofe, que la situación era peligrosa. Nadie nos escuchó, no reconocieron la problemática. El Municipio de Tigre nunca nos atendió. El intendente Julio Zamora no habló con la comunidad isleña.
El 6 de enero muere durante una jornada de trabajo Rúben Haita y Natanael Manke resulta gravemente herido. Este “accidente laboral” es culpa de la terciarización de una empresa privada que solo pretende lucrar.
El 16 de enero con lluvia torrencial movilizamos a Edenor, bancamos en la puerta de la oficina, a puro bombo y platillo. Pedimos luz e infraestructura digna: “Basta de entrar al Delta transformadores usados, palos podridos, Justicia por Rubén, asistencia a Natanael”.
El Delta seguía sin luz.
Movilización entonces a la Dirección provincial de islas donde logramos una Audiencia Pública el 19 de enero entre los Municipios, Edenor y Provincia, el estado Nacional personificado en el ENRE ausente, por estar sufriendo un desguace. En esta reunión mostramos un relevamiento hecho por vecines, un mapeo espectacular producto de un trabajo comprometido y exhaustivo. Nadie se paró a mirarlo, nos dijeron que “teníamos Luz”.
El Delta seguía a oscuras.
Seguimos organizándonos, comprobando lo difícil de trabajar entre la diversidad que somos, pero segures que es en la escucha y en la acción conjunta que nos permitirá avanzar. Porque la isla es la muestra gratis de una política de estado nacional que, como un ómnibus a toda velocidad, nos quiere aplastar. Empresas privadas no reguladas, Municipios sin recursos ni interés por la comunidad. Somos un número, somos clientes, aunque paguemos servicios e impuestos. Las empresas de internet y telefonía móvil nos cobraron el servicio porque “no es su culpa que no tengamos luz”.
La Asamblea Isleña se junta el segundo sábado de cada mes de forma ordinaria, y extraordinariamente cuando lo requiere la coyuntura. Ahora, mientras leés esto hay familias que siguen sin luz, hay arroyos enteros que se quedan sin suministro día por medio, por lluvia, por viento, por marea. Hoy, el servicio de AYSA que lleva agua potable a la comunidad está en pausa. Hoy el transporte a la isla sufrió un aumento del 400%, haciendo que sea más caro viajar, pero aparte matando a las familias que viven del turismo (mientras que el municipio lucra y se llena los bolsillos del turismo). Hoy los emprendimientos inmobiliarios están avanzando de forma descomunal, matando al humedal en su paso.
La Asamblea isleña brota como tantas Asambleas del Conurbano, como trincheras de resistencia ante tanta tristeza. Porque Nos necesitamos. Porque no hay metas individuales sin el cobijo de lo colectivo. Porque ese mundo que soñamos (donde entramos todes menos la yuta) solo es posible mediante la acción. Porque la política es con y para la sociedad.
Principalmente, porque si el presente es lucha, el futuro es nuestro.
FESTIVAL FUERZA ISLEÑA
El sábado 16 de marzo de 12 a 18h en la Estación Fluvial (Tigre) nos encontrarnos desde la alegría para seguir visibilizando y sumar vecinxs a la Asamblea.
Música, artes visuales, danza, circo, artesanxs y productorxs isleñxs, talleres, publicaciones y mucho más…
¡Sumate!
Contacto: @asambleaislena
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