Esta conversa con Pablo Badano se dio mientras él nos guiaba en el recorrido por el museo y territorio de Punta Querandí. La conversación hace referencia a algunas fotos y espacios que no se relatan ni se ven. El relato está incompleto como también lo está la historia de los pueblos originarios. Lo incompleto de este relato tiene como intención una invitación a que lxs lectorxs lo completen un domingo cualquiera acercándose a Punta Querandí en Dique Luján y viviendo con su propio cuerpo la experiencia narrada en primera persona por una de las tantas comunidades que después de más de 530 años sigue resistiendo al colonialismo que siempre relató la historia sin espacio para otras interpretaciones.
Texto: Agus Llorca
Imágenes: Caro Go
Para quienes no saben qué es Punta Querandí, qué mejor que la definición que publican ellxs mismxs en su territorio virtual puntaquerandi.com: “Punta Querandí es un territorio comunitario, sagrado y educativo de una hectárea que conserva restos arqueológicos indígenas de mil años de antigüedad, ubicado en una zona de enterratorios ancestrales que está siendo destruida por la construcción de megaemprendimientos de barrios privados. Desde hace más de una década, este lugar es protegido por las familias de pueblos originarios que allí desarrollan su espiritualidad y sus culturas a través de talleres de enseñanza abiertos a toda la sociedad. La Comunidad Indígena de Punta Querandí está formada por personas que pertenecen a las culturas guaraní, kolla, qom y otras identidades”.
Punta Querandí está acá nomás, estuvo siempre y está en todos lados, en cada bosque quemado, en cada pedazo de humedal arrasado, en cada comunidad desplazada, en cada río contaminado. Punta Querandí es otro pedazo de la tierra que se defiende a través del trabajo de sus hijxs día tras día. Los domingos, lejos de ser un día de descanso, se reciben visitas y se disponen las manos para el trabajo de lo que sea que se pueda hacer y demande la tierra. Techar un espacio, atender la huerta, cocinar, ceremoniar o recorrer el “Museo autónomo de gestión indígena” mientras se vuelve a contar la historia que se repite una y otra vez desde hace ya casi 530 años: saqueos, engaños, violencia y, sobre todo, resistencia.
Pablo Badano es comunicador, pero ante todo un integrante activo de Punta Querandí. Nos guía en la visita por el museo y nos cuenta parte de la historia. De cuando una empresa empezó a destruir la tierra para la construcción de otro barrio privado y la gente de la zona, que conocía la historia del lugar ancestral, la frenó con su propio cuerpo.
Pablo: En ese momento lo que hace la empresa, lo que suelta a la luz es pagar arqueólogos. La gente que ya venía acompañando todo este proceso no lo vio mal. Lo vio como que “Bueno, se va a poder corroborar que lo que se dice es cierto, que no son un par de piezas y nada más, sino que efectivamente acá hay un sitio arqueológico”, pero la excavación fue una decepción. Acá estaba Jorge O’Reilly como patrón de la excavación, porque de hecho fue él quien pagó la excavación, y los resultados de la excavación solamente lo beneficiaron a él. Para que se den una idea, los arqueólogos antes de la excavación y antes de ser contratados por el empresario, delimitaban el sitio arqueológico desde la calle Brasil, que sería donde está el salón, hasta el arroyo Garín. En cambio, cuando excavaron terminaron excavando durante diez días; excavaron 18 metros cuadrados nada más, que sería mucho menos que el museo. De esa excavación sacaron un montón de material arqueológico, bolsas y bolsas, pero dijeron que ya con eso era suficiente el aporte del empresario a la arqueología. “Muchas gracias. Usted es el primero que nos paga para hacer una excavación” y se fueron considerando que ya no había más material arqueológico, o eso dijeron; y lo que siguió apareciendo después dijeron: “Bueno, aparece pero ya no tiene valor”.
Timbó: ¿Ese vendría a ser como el principio de Punta Querandí?
Pablo: Algo así. A partir de ese momento eso consolidó la resistencia, en el sentido de que quedó claro que si la lucha no quedaba en manos de los vecinos y de los indígenas, esto se perdía, porque los técnicos no le daban bola y a los profesionales había que entregarles el lugar. Entonces, semanas después de la excavación se hace una asamblea importante con organizaciones de indígenas de distintas partes del conurbano. Esto es en enero de 2009 y se compromete la gente a redoblar el compromiso por el lugar. Lo que antes eran más visitas esporádicas comienzan a ser más visitas permanentes en el territorio. Hacían caminatas desde Ingeniero Maschwitz los domingos al mediodía, podríamos haberlas hecho en otro lado… era tanto el entusiasmo que no nos importaba, ¿no? Atravesamos la ruta, son 5 o 6 kilómetros más o menos. En el 2010 ya cuando la empresa vio que evidentemente la lucha empezó a dar algo de resultado, que empezó a llegar al Senado, a Diputados, a algunos organismos, entonces mete las máquinas para terminar de hacer mierda el territorio.
Pablo Badano, guía del Museo autónomo de gestión indígena de Punta Querandí
Timbó: ¿Cuándo empieza el acampe?
Pablo: En 2010. Ahí empieza el campamento donde está Punta Querandí. La zona fue llamada todo el tiempo como “el acampe de los indios” o “la zona de los indios”. Campamento digo porque es con carpitas, lo que hizo fue frenar a las máquinas, topadoras que arrasaron con el territorio, porque tenía bastantes árboles, acá se ve, y quedó absolutamente pelado. Y, aparte, pusieron trabas. Ustedes saben que para rellenar los terrenos hay dos maneras: o traés camiones con tierra y tiras o dragás del fondo de los arroyos y con unas mangas tirás, chupás de abajo del río y rellenás. Lo que hoy recorrimos, el bosque, eso era un bañado en realidad. Lo terraplenaron alrededor, por eso tiene una elevación, y lo empezaron a llenar con dragas. Eso quedó a medio camino, porque como empezó el campamento no se dejaba trabajar, a los días se terminaron yendo y a partir de ahí comenzó un lento camino de resistencia que concluye a los 10 años firmando un convenio con el municipio de Tigre, que se reconoce el derecho de las tierras, pero en el camino para eso (…) hubo ataques y contraataques de diversos tipo. En el 2011 nos destruyeron el campamento, y en un descuido nuestro entraron con máquinas y tiraron el último árbol que quedaba. En el 2012 intentaron de vuelta entrar con máquinas pero se pudo resistir. En el 2013 alambraron Punta Querandí para que no podamos entrar, pero logramos que el mismo municipio de Tigre retire el alambrado.
Timbó: Y no había forma…
Pablo: Y no, porque mientras pasaba todo esto Punta Querandí se fortalecía, había más actividades, más prensa, más gente que venía. Muchos vecinos de la zona que al venir empezaban a conectarse también con sus propias raíces culturales. Por ejemplo, Reinaldo.
Reinaldo contando las costumbres del pueblo guaraní
En esa etapa no estaba Reinaldo. Reinaldo vino en el 2013. De una familia guaraní de La Paloma, Talar de Tigre, que siempre tuvo conciencia de su identidad, pero no encontraba el lugar donde verbalizar eso. Y así otras personas. Se va consolidando Punta Querandí, pero la resistencia sigue fuerte.
Timbó: ¿Qué actividades hacían?
Pablo: Talleres educativos, visitas de escuelas, aprendizaje de oficios artesanales, y mientras eso se fortalecía la empresa seguía atacando. El punto de quiebre fue la construcción del templo. No sé si les contó Reinaldo que lo tiraron abajo dos o tres veces. Antes lo contaba siempre. Se hizo la primera vez, lo tiraron abajo. Se hizo por segunda vez, estaba a medio hacer, lo volvieron a tirar abajo. La tercera vez que lo tiraron abajo es esta foto donde fuimos a buscar a la gente de la iglesia porque no sé si se dieron cuenta que hay una iglesia vecina. Bien, esa iglesia está conectada con el empresario. Entonces fuimos a buscarlo bastante alterados, fuimos a los gritos y vinieron los curas a poner la cara, dijeron que no tenían nada que ver. A la tercer reconstrucción del templo, estamos hablando de fines del 2016, redoblamos la apuesta y, aparte de reconstruir el templo, empezamos a construir esta casilla que la tiramos abajo, era una casilla de seguridad en el centro de Punta Querandí para custodiar mejor y empezamos la construcción del museo.
Timbó: De entre tanto desgaste, imagino que pensaron mil cosas, ¿no?, pero en un momento hubo algo entre tanta resistencia que empezó a dar como una sensación de territorio recuperado, ¿no? ¿Cuándo fue ese momento?
Pablo: Y, cuando dejamos de pedirle al Gobierno que haga algo y lo empezamos a hacer nosotros. Antes de ahí, el planteo era que el Gobierno proteja el lugar, que haga una especie de centro cultural o museo, que las tierras queden bajo el dominio también de alguna protección estatal. En cambio, a partir de acá dijimos: es la comunidad indígena Punta Querandí, es nuestro territorio y el museo lo hacemos nosotros. Por eso, el nombre de “Museo autónomo de gestión indígena”, que no existe en otro lugar algo bien genuino del proceso de lucha de Punta Querandí. Esto fue respondido con un juicio de desalojo. Varios juicios. Juicio civil, penal, todo lo que se puedan imaginar. Acá hay algunas fotos de la convocatoria frente al juzgado de San Isidro.
Timbó: Y la empresa, ¿cómo fundamentaba sus derechos?
Pablo: Con papeles. Con boletos compraventa, etc.
Timbó: ¿Y ustedes? ¿Cómo fundamentaban Punta Querandí su permanencia en el lugar?
Pablo: Con la posesión tradicional. Tenemos la posesión tradicional del territorio. Somos una comunidad indígena formada por familias de distintos pueblos, de distintas identidades. Estamos acá desde el 2004, cuando a partir de la aparición de restos arqueológicos, eso fue un llamado de los ancestros para defender el territorio. Bueno, son las creencias de la comunidad. Y en el medio también profundizamos más construcciones. Hasta el 2007, de hecho, había menos construcciones, había actividad de posesión, de utilización del territorio pero no había tantas construcciones. Ahí se termina el templo, se empieza la maloka, se inaugura el museo. En el 2017, en el 2018 se amplía, también se inaugura el monumento al yaguareté y entre otros reconocimientos que fuimos teniendo, como el reconocimiento del Consejo Deliberantes a Punta Querandí en el 2018 también, finalmente en el 2020 la empresa tira la toalla por así decir. Le entrega al municipio los papeles mediante los cuales pretendía, digamos, defender su puesto de derecho. Esos papeles se los cede al municipio y el municipio firma un convenio con nosotros. Municipio con el cual por supuesto al principio del proceso no había buena relación pero, bueno, fuimos instalándonos y, hoy por hoy, por algo sacamos esta foto.
Gentileza facebook.com/puntaquerandi
Pablo: La foto no es gratis. Nos sacamos esta foto porque hubo un cambio de relación con el municipio que se corona con el reconocimiento del derecho a la propiedad comunitaria. Este es uno de los cuatro logros importantes que tuvimos después de una década de resistencia activa. Digo uno de los cuatro, porque en realidad tuvimos cuatro logros casi simultáneos. Cuando arrancamos acá (primero por Punta Querandí, pero rápidamente entendimos que era toda la zona que estaba impactada por barrios privados), nos enteramos que había otro sitio destruido.
Puentes hacia Punta Querandí
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