Textos: Celeste Gomez Wagner / @ce.lee.cele.lee
Primera persona
Entusiasmo. Del latín enthusiasmus. Inspiración o posesión divina.
Según el dicho, el que no cree en dios, a cualquier santo le reza. Yo ni creo en dios ni tampoco le rezo a cualquier santo. El problema, en todo caso, no fue rezar, sino el a quién, sobre quién depositar esa búsqueda de inspiración, ese querer encontrar algo que nos volviera a enardecer como solo lo sabe hacer el amor, la admiración y el deseo; con esa fuerza.
Pero no. Y fue un golpe seco. Un apagón donde el entusiasmo de algunos se volvió para otros ardor de estómago, de ideas y de santos a quien rezarle. Un ardor de línea de fuego, de incendio contagiado rápido entre leña seca.
Después, el silencio.
Ese que queda flotando cuando se apagan las cacerolas, cuando quedamos a oscuras tratando de dormir. Ese que sentís con la garganta seca después de una discusión. Un silencio íntimo, que nace bien desde las tripas, que se queda con vos aunque estés hablando. Pero eso sí, para nada un silencio solo.
Es un silencio que la acompaña a ella volviendo de una asamblea en el 152,
que flota en la fila del supermercado calculando qué dejar,
que separa los bancos de las aulas que quedaron sin construir,
que llena las ollas vacías de un comedor,
que enmudece las preguntas del tintero de un docente,
que se cuela en la billetera de un jubilado,
en una película que quedará en crudo,
en un proyecto que no será proyectado,
en una tesis que será para otro tipo de silencio
o país.
Pero para nada es un silencio cobarde ni tampoco uno vencido.
Dicen los psicoanalistas que todo deseo nace de la falta. Dicen también los músicos que el silencio hace a la pieza; o algunos escritores, que es como una hoja en blanco: un capicúa de vacío y oportunidad.
El nuestro ahora es un silencio incómodo, de esos de los que brota un impulso por romperlo con cualquier cosa. Pero todavía estamos ahí, con la palabra en la punta de la lengua, balbuceando sin un quién y sin un algo.
Como en el teatro cuando se prende la luz, la primera línea puede tener la fuerza de un volcán y atrapar al espectador en un segundo.
Estamos escribiendo esa línea.
Es tiempo de dramaturgia, de crear otros relatos, de dar otras discusiones que nos cuenten una historia mejor donde la primera persona, como la mayoría de este texto, sea más plural que singular.
***
No sé cuánto tiempo va a durar
esta casa
este proyecto
este amor.
Solo sé que /ahora/
en un suelo borroso
en un futuro borroso,
esta casa
este proyecto
este trabajo
este amor
son un acto de fe.
Dice un autor
que decidir creer
conlleva olvidar
la decisión de creer,
pero yo voy a recordar
/quiero recordar mañana/
lo que /ahora/
me mantuvo
a salvo.
***
[Sensación de pandemia en el cuerpo]
Ansiedad/sin testeo
Riesgo/sin contagio
Individualismo/sin aislamiento
[Sensación de pandemia en el cuerpo]
Necesidad de:
Abastecerse/
Abrazar/
Armar trinchera.
[Sensación de pandemia en el cuerpo]
Entre tanta incertidumbre,
la del amor
te mantiene
en
pie.
***
La letra chica
*Este poema no va a salvarte*.
Pero en medio del caos
no será la primera vez
que las palabras
se vuelvan
-por un rato-
tu:
R…….E
F…….U
G..(i)…O
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2 respuestas
Maravillosa forma de transformar sentires en palabras!
me emocione en esta parte
Solo sé que /ahora/
en un suelo borroso
en un futuro borroso,
esta casa
este proyecto
este trabajo
este amor
son un acto de fe.